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Josep Pla

Navegació d’estiu. Aigua de mar (fragmento)


A l’estiu (ens trobàvem a la porta del solstici) hi ha a Fornells una cosa inoblidable: és una entrada de gregal de bon temps. El gregal, vent sec, fresc, franc, sol entrar, en aquest temps, de les set a les vuit del matí –de vegades poc abans. L’hora és magnífica. El sol es troba, encara, en el seu moment més juvenil; la diversa coloració que té la terra en les primeres hores del dia no s’ha totalment esvaït; encara hi ha ombres gustoses plenes d’una coloració voluminosa i palpable. El mar, en calma, té una somnolencia oleaginosa, sobre la qual comencen a bolcar-se les primeres escates calentes, rutilants, de sol. Des del mar se senten cantar les primeres cigales. En l’aire inmóbil hi ha una escalfor suspesa i densa: sobre la calç d’una paret, la llum té una claredat que tendeix a enlluernar-te. Tot d’un plegat, més enllà del cap de Begur, sota l’horitzó, es veu una pinzellada verdosa que avança ràpidament sobre la terra. El lloc de Fornells, encarat a llevant, és enfilat pel gregal que arriba –la taca precedida d’una bufada d’aire- una mica de gairell. L’aire que al principi sembla una ramiola vaga i perduda, arrissa la superficie de l’aigua… Les menudes onades, petitíssimes, sembla que volen sobre l’espai líquid fent un minúscul soroll cristal.lí. Però el vent va arribant voluminós, en una direcció fixa: sobtadament l’atmosfera queda suavitzada, us passa per la pell com una carícia, la reverberació pesada de la terra tendeix a fer-se més lleugera. A les portes, les xarxes de les cortines alcen una mica el vol i s’inflen; si són de canyes primes, fan un cric-crac vivíssim; els porticons de les finestres mig tancades es baden lleugerament; com si de sobte es despertessin, les fulles dels arbres es posen a repiquetejar; els pins semblen augmentar la verda i llustrosa brillantina; amb l’entrada del vent ve també una glopada de llum enlluernadora; El blanc de la calç es torna més lleuger i més prim; les incipients, menudes llengües de foc que floten brillants, sobre la sorra assolellada d’Aiguablava s’enerven amb el pas del vent i semblen fugir sobre l’arena de color rosa; el cel, desmoblat, sense un núvol, d’una blavor immensa i monòtona, agafa un punt de candidesa, d’un blau més fresc, i l’onatge que arriba és com si agilitzés l’enorme massa marina. És una transfiguració que es produeix en dos minuts –rapidament.
El vent augmenta; l’onada fa el primer llampec blanc de la primera escuma; l’embat de l’ona cau; després, reneix… El triangle indolent d’una vela llisca ara ràpid i fuig de la vista. Es comença de sentir el soroll lleuger del rabeig de les aigües sobre els penya-segats. Se sent la succió de la sorra de la platja aspirant l’aigua de les onades que arriben. Les algues immediates, verdoses i negres, ondulen indiferentment, amb les aigües que van i vénen. De sobte, se sent el soroll d’una finestra que es tanca de cop. El vent s’entaula, franc. El paisatge, que amb la calma era, aclaparat de sol i de llum, una mica rígid, sembla entrar, amb el vent sense límits, en la respiració de la vida.

 


Jordi Coll, marinero del menjavents

Juny 2005 23:30. Les pors lògiques del viatge inicial, de no saber ben bé què et trobaràs ni de com reaccionaràs, s’esvaeixen en la calma que transmet la immensitat de la mar.
Perdo la noció del temps, i l’espai també és molt relatiu. No hi ha referències ni sé dir què està a prop i què lluny.
Em sento com tancat en la presó més gran del món, i sense parets! La meva primera guardia al timó ha estat nocturna, tot un repte! No et pots despistar…

 


Loles, marinera del menjavents

Juliol 2005
La travessia.
Ha estat com un enamorament breu, i alhora intens. La mar, la calma, l’etern devenir. Tot s’alia per fer-te viure emocions, la intensitat de les quals tots hem sentit-pensat.
Sentir l’alegria de l’altre i alegrar-se d’ella, suavitzar totes les barreres i conèixer una mica més el mar.
L’aforisme s’acaba i resta el silenci, com el mar obert. 

 


Joseph Conrad

El bello arte. El espejo de mar (fragmento)


Llevar por el mundo un moderno buque de vapor (aunque no quisiera minimizar las responsabilidades que entraña) no tiene la misma calidad de intimidad con la naturaleza, que es, después de todo, condición indispensable para la edificación de un arte. Se trata de una profesión menos personal y más exacta; menos ardua, pero también menos gratificante en la medida en que falta una estrecha comunión entre el artista y el instrumento de su arte. Es, en suma, menos una cuestión de amor. Sus efectos se miden con una exactitud de tiempo y espacio como no pueden hacerse con los efectos de ningún arte. Es un oficio que, uno imagina, cualquier hombre que no tuviera una invencible propensión a marearse en alta mar ejercería con contento, sin entusiasmo, con industria, sin afecto. La puntualidad es su consigna. La incertidumbre que acompaña fielmente a todo esfuerzo artístico se halla ausente de su regulado empeño. No tiene esos grandes momentos de seguridad en uno mismo, ni esos otros, no menos grandes, de duda y examen de conciencia. Es una aplicación que, como otras, tiene su romance, su honor y sus recompensas, sus amargas angustias y sus momentos de sosiego. Pero esa marinería no posee la calidad artística de un combate singular con algo mucho más grande que uno mismo; no es la laboriosa, absorbente práctica de un arte cuyo definitivo resultado queda de la mano de los dioses. No es un logro individual, temperamental, sino meramente la experta utilización de una fuerza cautiva, simplemente otro paso adelante por la senda de la conquista universal
.

Del mismo autor : La línea de sombra, Tifón, El Corazón de las tinieblas...

 


Herman melville

Moby Dick (fragmento)


Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuántos exactamente-, hallándome con poco o ningún dinero en el bolsillo, y sin nada de particular que me retuviera en tierra, pensé que lo mejor sería darme a la mar por una temporada para ver la parte acuática del mundo. Es una manera mía de combatir la melancolía y de regular la circulación de la sangre. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y brumoso; cada vez que sin querer me paro ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir deliberadamente a la calle a derribar de forma metódica el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada con elegancia filosófica; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra
, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto al océano.

 


Bertold Brecht

Vida de Galileo (fragmento)

Durante dos mil años la humanidad ha creído que el sol y todos los astros del cielo giraban a su alrededor… Pero… todo cambia, mi joven amigo. Y me gusta pensar que todo ha comenzado por los marinos. Desde siempre, los barcos no habían hecho más que contornear las costas. Y de pronto, he aquí que se han lanzado a cruzar los mares. En nuestro viejo continente ha empezado a circular un rumor: ¡hay otros continentes!, ¡nuestros barcos pueden llegar hasta ellos! Y cuando lo han hecho van por ahí repitiendo entre risas que esa mar inmensa y tan temida no es más que un charquito de agua.

 


Bernard Moitessier

Voiles, mers lointaines, îles et lagons.

(...) Pour ma part, je n'hésiterais pas à acheter un GPS... mais pas avant d'avoir bien équipé mon bateau de tout l'indispensable. Et si je pouvais m'offrir le GPS en plus, ce serait avant tout pour devenir excellent dans la maîtrise du sextant...
Grâce a l'extrème précision du GPS, on peut devenir un excellent jongleur d'étoiles... retrouver alors une intensité toute neuve au contact du ciel... et réserver l'éléctronique comme alliée en cas d'urgence.

 

Traducción: (...) Por mi parte, no dudaria en adquirir un Gps... pero nunca antes de haber equipado mi velero con aquello que considero indispensable. Y, si después de eso, aún  me lo pudiese ofrecer, seria antes que nada para llegar a ser excelente en el dominio del sextante...
Gracias a la extrema precisión del GPS, un puede llegar a convertirse en un excelente malabarista de estrellas... y redescubrir entonces una nueva intensidad en el contacto con el cielo... y  reservar la electrónica como aliado en caso de urgencia.

del mismo autor : Vagabundo de los mares del Sur, Cabo de Hornos a vela, Largo viaje y, Tamata y la alianza .

 


Eduardo Galeano

Ventana sobre el mar. Las palabras andantes

No está clavada a un lugar. Las montañas y los árboles tienen el destino en la raíz; pero la mar ha sido, como nosotros, condenada a la vida vagabunda.
Aires de marinería: nosotros, hombres de la costa, hemos sido hechos de mar, además de tierra. Y bien lo sabemos, aunque no lo sepamos, cuando vamos navegando en el oleaje de las calles de la ciudad, de café en café, y a través de la bruma viajamos hacia el puerto o naufragio que esta noche nos espera.

 

r

Pío Baroja

Las inquietudes de Shantí Andía (fragmento)

(...) Todos, sin saber por qué, suponemos al mar mujer, todos le dotamos de una personalidad instintiva y cambiante, enigmática y pérfida.
En la Naturaleza, en los árboles y en las plantas, hay una vaga sombra de justicia y de bondad; en el mar, no: el mar nos sonríe, nos acaricia, nos amenaza, nos aplasta caprichosamente.
Si a uno le coge mozo como a mí, le moldea de una manera definitiva, le hace marino para siempre; al que de niño se entrega a su poder con el alma cándida, con la inteligencia virgen, le convierte en su esclavo.

 

r

Marcel Proust

La mer Les plaisirs et les jours (fragmento)

[...]

Elle ne porte pas comme la terre les traces des travaux des hommes et de la vie humaine. Rien n'y demeure, rien n'y passe qu'en fuyant, et des barques qui la traversent, combien le sillage est vite évanoui ! De là cette grande pureté de la mer que n'ont pas les choses terrestres.

Traducción: El mar no lleva como la tierra las huellas de los trabajos de los hombres y de la vida humana. En el mar no permanece nada, por el mar todo pasa huyendo, y la estela de los barcos que lo atraviesan ¡qué pronto se borra! De aquí esa gran pureza del mar que las cosas terrestres no tienen.

 


Jesús Evaristo Casariego

Prólogo de El Capitán Cadavedo de José de Arnao y Bernal

Un día, marineros y pasaje
de un bergantín que viene de la Habana
se agolpan con curioso movimiento,
en la amurada, para ver el paso
de un extraño navío que echa humo
por la gran chimenea del combés,
al que impulsan dos ruedas como norias
que giran en las bandas con estrépito
de herrajes y paletas chorreantes.
-Es un vapor- explica el capitán.
-Barco de fumo- añade un marinero;
y el viento lo fabrica, en la bodega,
una maquina que anda con un forno.

 


Ernest Shackleton

"Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito".

Anuncio publicado por Ernest Shackleton en los diarios británicos en 1913 para reclutar marineros para su expedición. Recibió más de 5.000 solicitudes.

El 19 de Enero de 1915 el mar se congela alrededor del velero y acabarán abandonándolo, empezando una angustiosa odisea para sobrevivir que durara año y medio...

Muy recomendable el libro de Caroline Alexander Atrapados en el hielo. También el documental con el mismo nombre.

 


Antonio de Pigaffeta
(cronista de la expedición de Magallanes alrededor del mundo)

Viaje alrededor del mundo (fragmentos)

sobre el descubrimiento del estrecho de Magallanes:

(…)Y, si no fuese por el capitán general, nunca habríamos navegado aquel estrecho; porque, pensábamos todos, y decíamos, que todo se nos cerraba alrededor. Pero el capitán general, que sabía tener que seguir su derrota por un estrecho muy justo, según viera antes en un mapa hecho por aquel excelentísimo hombre Martín de Bohemia, destacó dos naves, la San Antonio y la Concepción –así se llamaban– para ver qué había al fondo de la oquedad. Ya cerquísima del fondo del embudo, y dándose por cadáveres todos, avistaron una boca minúscula, que ni boca parece, sino esquina, y hacia allí se abandonaron los abandonados por la esperanza: con lo que descubrieron el estrecho a su pesar ... Pues, viendo que no era esquina sino paso, adentráronse hasta descubrir una ensenada [...] los dábamos ya nosotros por perdidos: primero, por la tempestad inmensa; después, porque habían transcurrido dos jornadas desde la separación [...]. Hallándonos en cuyos pensamientos, vimos aparecer ambas naos, inflado el velamen, y acercarse batiendo a la brisa sus banderolas. Ya junto a las nuestras, atronaron muchas bombardas y gritos; después, alineadas las cuatro, dando gracias a Dios y a la Virgen María, avanzamos en busca de más allá.

 

(...) La galleta que comíamos no era ya pan, sino un polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda la sustancia, y que tenia un hedor insoportable por estar empapado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber era igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre llegamos al terrible trance de comer pedazos de cuero con que se había recubierto el palo mayor para impedir que la madera rozase las cuerdas (…) Frecuentemente quedó reducida nuestra alimentación a serrín de madera como única comida, pues hasta las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser un manjar tan caro que se pagaban cada una a medio ducado.

 


Juan Sebastián Elcano

Cuaderno de bitàcora de la nao Victoria

Habiendo partido de la última de aquellas islas, en cinco meses, sin comer más que trigo y arroz y bebiendo solo agua, no tocamos tierra alguna, por temor al rey de Portugal, que tiene ordenado en todos sus dominios tomar esta armada, a fin de que Vuestra Majestad no tenga noticia de ella y así, se nos murieron veintidós hombres, por lo cual y a falta de vituallas, arribamos a la isla de Cabo Verde, donde el gobernador de ella me apresó un batel con trece hombres, y quería llevarme junto con todos mis hombres en una nave que volvía a Portugal cargada de especiería, diciendo que solo los portugueses podían descubrir la especiería, y a ese intento armó cuatro naves para apresarme; pero resolvimos, de común acuerdo, morir antes que caer en manos de los portugueses, y así, con grandísimo trabajo de la bomba, bajo la sentina, que de día y de noche no hacíamos otra cosa que echar fuera el agua, estando tan extenuados como hombre alguno lo ha estado, con la ayuda de dios y de Nuestra Señora, después de tres años dimos fondo en Sevilla.

(Nota: El 6 de Septiembre de 1522, Juan Sebastián Elcano, al mando de la nao Victoria, consigue llegar a Sanlúcar de Barrameda junto con otros 17 supervivientes. Solo 18 hombres de los 236 que iniciaron la expedición de Magallanes lograron completar la primera circunnavegación del globo.)

 

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Américo Vespuccio

"Me parece excelentísimo Lorenzo, que mediante este viaje he impugnado con éxito la opinión de la mayoría de los filósofos, que afirman que nadie puede vivir en la zona tórrida a causa del intenso calor, pues en este viaje, hallé que sucede exactamente lo contrario. El aire es más puro y templado en esta región, y en ella vive tanta gente que su número es muy superior al de los que viven fuera de sus límites. Lógicamente, y digámoslo en voz muy baja, la experiencia es, por cierto, mucho más valiosa que la teoría".

Carta que Americo Vespuccio dirige a Lorenzo de Médici. Vespuccio fue el primero en afirmar que las tierras descubiertas por Colón unos años antes no formaban parte de Asia sino de un nuevo continente.

 

r

Charles Darwin

El origen de las especies (fragmento)

(...) Probablemente todos los seres orgánicos que hayan vivido nunca sobre esta tierra han descendido de alguna única forma primordial, a la que se infundió vida por primera vez... Esta opinión sobre el origen de la vida tiene su grandeza... porque mientras este planeta ha ido dando vueltas de acuerdo con la ley fija de la gravedad, a partir de un inicio tan sencillo han evolucionado y siguen evolucionando formas sin fin, las más bellas y las más maravillosas.

Nota: Darwin embarca, a los 22 años en el navio de reconocimiento HMS Beagle, como naturalista sin paga, gracias a la recomendación del naturalista John Stevens Henslow que habia conocido en Cambridge, para emprender una expedición científica alrededor del mundo que duraria 5 años (1831-1836). La enorme cantitad y variedad de observaciones y de material biologico classificado durante esta travesia y, en especial, las observaciones realizadas en las Galápagos, constituyeron el material a partir del cual Darwin concebio la teoria de la evolució de las especies por medio de la selección natural. En 1859 publica El origen de les especies que tendrá una influencia decisiva sobre las diferentes disciplinas científicas y sobre el pensamiento moderno en general.

 


Antonio Martínez Sarrión

Rima

Pasarán otras naves
y otros cielos de similar pureza alguien contemplará
Pero el tiempo alargado hasta el desmayo
que empleará el velero en cruzar la ventana,
ese no volverá.

 


Jorge Luis Borges

El mar

Antes que el sueño (o el terror) tejiera
Mitologías y cosmogonías,
Antes que el tiempo se acuñara en días,
El mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
Y antiguo ser que roe los pilares
De la tierra y es uno y muchos mares
Y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
Siempre. Con el asombro que las cosas
Elementales dejan, las hermosas
Tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar,quién soy? Lo sabré el día
Ulterior que sucede a la agonía.

 

Clara Janés

No hay hilo que descifre
el laberinto del mar,
que no es trayecto el mar;
que esbozo es de lo invisible el mar,
condensaciones, tendencias;
que siempre es pasado el mar,
origen, materia madre,
sin forma, sin sombra, el mar;
que es deseo puro el mar,
pura posibilidad.

 

a

Pablo Neruda

Amo el amor de los marineros
que besan y se van.
Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.
Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.

(El mar forma parte, sin duda, del imaginario poético de Neruda. De todas las casas donde vivió, la más conocida es quizás la de Isla Negra, por la potencia evocadora de los objetos marineros que guarda y por su entorno dominado por la presencia del mar. En ella escribió una parte importante de la su obra.)

"El océano Pacífico se salía del mapa. No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana”

(Es en Isla Negra, donde siguiendo su voluntad, descansan los restos del poeta:)

"Compañeros, enterradme en Isla Negra,
 frente al mar que conozco,
a cada area rugosa de piedras
y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver...”

 

Manuel Vicent

Son de mar

...de pronto un día sentirás que el viento pasa por dentro de tu cuerpo antes de llegar a la vela. Cuando eso ocurra, cuando percibas esa sensación, ya no habrá nadie que pueda enseñarte nada. Entonces todo dependerá de tu inspiración...

 

Nikos Kazantzakis

Zorba, el griego

(...) Dichoso del hombre, iba yo pensando, al que antes de morir le haya sido dado navegar por las egeas aguas.
Muchos son los goces de este mundo: mujeres, frutos, ideas. Pero surcar las aguas de este mar, en el tierno otoño, murmurando el nombre de cada isla, pienso que no hay otro gozo que sumerja más el corazón del hombre en el paraíso. En ninguna otra región pasa uno tan serena, tan fácilmente, de la realidad al sueño.

 

 

Hugo Pratt

Corto Maltés

[…]
Esta isla es Vanikoro. Es aquí mismo, en estas aguas, donde naufragaron la Boussole y el Astrolabe de Jean-François de La Pérouse [...] Fueron masacrados por los indígenas. Destino ingrato para estos hombres que después de tal viaje llegaron hasta aquí para demostrar que en estos lugares vivía el “noble salvaje”, el indígena hospitalario y feliz. ¿No es absurdo? [...] Lo más increíble, Striker, es lo que escribió La Pérouse antes de morir.
Escribió que estaba más enfadado con los filósofos que exaltaban a los salvajes que con los mismos salvajes.

 

Julio Villar

¡Eh,petrel! cuaderno de un navegante solitario

(…)
  La tarde llega. Y no estoy en tierra… Como ayer.
  Mistral remonta, remonta, remonta, dando saltos desesperados, escorado, con el balcón hundido en el agua, chocando con la mar cortada. Estamos a menos de dos millas, cuando una costura de la vela mayor se abre y la vela empieza a flamear entre los sables.

   Mierda. Mierda. Mierda.

   La bajo y, febrilmente, la empiezo a recoser. A grandes puntadas, justo para que aguante un par de horas, ese par de horas que, echando por lo alto,  me separan de tierra.
   Sentado en el puente, mojado, sacudido por la mar, algo desesperado, coso, rompo agujas, y a veces, levantando la mirada, miro hacia las montañas.
   -No voy a llegar hoy tampoco.

   No voy a llegar. No voy a llegar…

   Han pasado días. Los he pasado intentando llegar…
   Pero no he llegado.
   No he llegado porque…
   No era posible llegar.
   Porque tenía miedo.
   Porque estaba desmoralizado.
   Porque tenía el frío metido en el cuerpo.
   Porque mi barco no podía ya remontar aquella mar.
   Porque un hombre tiene sus límites. Y yo llegué a los mios.

   Los primeros días, luché. Sufriendo mucho.
   Los demás, sufrí. Simplemente. Profundamente.

   Por todo esto, y por qué se yo cuántas cosas más, sigo en la mar. Fuera, el viento sopla del Oeste; ya no es fuerte, pero como no lo estoy remontando, la cosa me es igual. He puesto rumbo hacia el Norte, hacia los trópicos.

(del mismo autor : Viaje a pie, y en internet podéis encontrar una video-entrevista con Julio en:
www.desnivel.es/tus_paginas/videos/object.php?o=14665 )

 

e

Umberto Eco

La isla del día antes

(...) Bien defendido de las miradas indiscretas, y en un cuartucho construido a su medida, sobre un manto de harapos, yacía un perro.
Quizá era de raza, pero el sufrimiento y las privaciones lo habían reducido a pellejo y huesos. Y con todo, sus verdugos mostraban la intención de mantenerlo vivo: habíanle apercibido de comida y agua en abundancia, e incluso comida no canina, sin duda substraída a los pasajeros.
Yacía sobre un costado, con la cabeza abandonada y la lengua fuera. En el costado abríase una amplia y horrenda herida. Fresca y gangrenosa al mismo tiempo, mostraba dos grandes labios rosáceos, y exhibía en el centro, a lo largo de toda su hendidura, un alma purpulenta que parecía secretar requesón. Y Roberto comprendió que la herida presentábase así porque la mano del cirujano, en vez de coser los labios, había hecho de suerte que permanecieran abiertos y espaciados, fijándolos a la piel.
Hija bastarda del arte, aquella herida había sido no sólo procurada, sino curada con inquidad, de suerte que no se cicatrizara, y el perro siguiera padeciendo, quién sabe desde cuando. No sólo, sino que Roberto divisó también, en torno y dentro de la llaga, los residuos de una substancia cristalina, como si un médico cada día la rociara con una sal irritante.
Por lo que Roberto había visto, lo que podía deducir un hombre que supiera lo que él sabía era que el perro había sido herido en Inglaterra y el doctor Byrd cuidábase mucho de que permaneciera siempre llagado. Alguien en Londres, cada día a una hora fija y convenida, hacía algo al arma culpable, o a un paño empapado de la sangre del animal, provocándole la reacción.
De esa forma, a bordo del Amarilis se podía saber en un momento determinado qué hora era en Europa. ¡Conociendo la hora del lugar de tránsito del sol, era posible calcular el meridiano!

 

e

Arturo Pérez-Reverte

Trafalgar

(...) Estar a sotavento o barlovento del enemigo no es lo mismo, y las dos cosas tienen ventajas e inconvenientes.
Estar a sotavento, por ejemplo, permite disparar con las baterias bajas pues la escora inclina el barco por la banda opuesta y no entra agua por las portas; y también hace posible que los barcos propios desarbolados o maltratados se retiren de la acción y se refugien tras la línea, que los barcos enemigos dañados e indefensos sean empujados por el viento hacia tus cañones para que termines de joderlos a gusto, y que toda la escuadra propia, si vienen chungas, aproveche el viento para largarse con la música a otra parte.
La pega es que a sotavento los inconvenientes son más que las ventajas; estar del lado de barlovento le permite al enemigo atacar a sus anchas, sin despeinarse, mientras que a ti estar bajo su viento te esparrama vivo: dificulta la aproximación, el abordaje o doblarle la línea; también aumenta tu riesgo de incendio porque las chispas y los tacos ardiendo de los cañonazos propios y ajenos pueden venirte encima, además de cegarte el humo del enemigo y el de tus propias baterías.
Los barcos que atacan por barlovento, sin embargo, tienen facilidad de maniobra, el viento empuja el humo y las chispas hacia el otro bando y permite distinguir mejor las señales de tu propia flota. Todo limpio como una patena de este lado, y los otros rebozándose en su propio humo mientras reciben estopa. Además si los barcos navegan bien de bolina, o sea, son capaces de ceñir el viento navegando casi contra él, pueden huir haciendo difícil que se les dé caza; y si lo que quieren es atacar, tener el viento a favor les permite elegir dónde, cómo y cúando...
¿Comprendéis? Bueno, pues comprendáis o no, pringados, ahora rezad para que, cuando se haga de día, esos cabrones de ingleses no aparezcan por barlovento.
(...)
-Ahi vienen esos cabrones, por barlovento.

Nota: Es el 21 de octubre de 1805. Enfrente del cabo Trafalgar, en la costa de Cadiz, la flota inglesa comandada por el almirante Nelson se enfrenta a la flota franco-española. La batalla durará a penas seis horas y la victoria inglesa supondrá un punto de inflexión en la hegemonia naval de la época y marcará decisivamente la historia posterior.

 

Miguel, mariner del menjavents

Junio 2008, en alta mar: Tras mantener el rumbo en la medida de lo posible, de avistar la nave de nuestro eterno adversario (el Torre de Vuit) y combatir olas inverosímiles, dejo el timón en las más capaces manos de mi colega de arcangelato, a saber: Gabriel. El cielo mola.

(...) Sin embargo, de vez en cuando, si cierro los ojos el mundo se tambalea aún con más fuerza. Y entonces siento el empuje de las olas, y el viento, y el sol. E incluso escucho el oleaje, o las voces, las vuestras, ora cansadas, ora felices, irónicas, cínicas, didácticas, y todo de pronto vuelve al lugar donde ha estado estos últimos cuatro días de absoluto y caótico orden.

 

Patrick O'Brian

Capitán de mar y guerra

(...) -¿Conoce usted a lord Nelson,señor?
-Tuve el honor de servir bajo su mando en el Nilo –dijo Jack-, y de cenar dos veces en su compañía.
Su expresión se volvió sonriente al recordarlo.
-Le rogaría que me contara cómo es.
-Oh! Simpatizaría con él enseguida, estoy seguro. Es muy delgado, incluso frágil; yo podría levantarlo con una mano, lo digo sin pretender faltarle al respeto. Pero es un gran hombre en su trato personal. En filosofía hay algo denominado partícula eléctrica, ¿verdad? Un átomo cargado, ¿me entiende? Él se dirigió a mi en esas dos ocasiones. La primera vez fue para decirme: “¿Le importaría pasarme la sal?“ . Y desde entonces trato de pedir la sal como él, no sé si usted se ha dado cuenta. Pero la segunda vez, yo estaba junto a un soldado tratando de explicarle las tácticas navales, posición a barlovento, romper la línea y otras, y en una de las pausas se inclinó hacia nosotros y con una sonrisa dijo: “No se preocupe por las maniobras, vaya siempre a por ellos”. Nunca olvidaré sus palabras.

Nota: Capitán de mar y guerra es la primera de las 20 novelas que integran la saga protagonizada por Jack Aubrey y Stephen Maturin, ambientada en la marina real inglesa del siglo XVIII y comienzos del XIX . La película Master and Commander de Peter Weir esta basada en estas novelas.

 

r

Pierre Sizaire

Guía de las estrellas

(...) Este método permite en un tiempo muy corto -a menudo en menos de dos semanas- reconocer sin ninguna duda unas cincuenta estrellas entre las más brillantes. Los progresos ulteriores son rápidos. Y cuantas más estrellas se conocen más se quieren conocer, pues la danza de las estrellas es uno de los espectáculos que no cansan jamás.

Muy recomendables los otros llibros de la editorial Llagut: A Vela latina, Cuaderno de práctica de navegación astronómica, Diari de Navegació, Riada, Explicación de los quatro términos de la Navegación, Tratado de Calafatería...

Editorial Llagut: http://llagut.freeyellow.com

 

Roger Bacon. S. XIII

(...) Es un acontecimiento extraño que, durante los viajes por mar, en los que solo se tiene por ver cielo y agua, la mayoría de los hombres escriben un diario, mientras que cuando viajan por tierra, donde a cada paso encontramos algo que observar, pocos lo hacen, como si las inciertas eventualidades nos fueran más próximas para ser consignadas por escrito que las observaciones reales.

 

Alphonse Daudet

L'agonie de la Sémillante (fragment). Lettres de mon moulin

(...) Un douanier de la côte m'a raconté que ce jour-là, vers onze heures et demie, étant sorti de sa maisonnette pour rattacher ses volets, il avait eu sa casquette emportée d'un coup de vent, et qu'au risque d'être enlevé lui-même par la lame, il s'était mis à courir après, le long du rivage à quatre pattes. Vous comprenez ! les douaniers ne sont pas riches, et une casquette, ça coûte cher. Or il paraîtrait qu'à un moment notre homme, en relevant la tête, aurait aperçu tout près de lui, dans la brume, un gros navire à sec de toiles qui fuyait sous le vent du côté des îles Lavezzi. Ce navire allait si vite, si vite, que le douanier n'eut guère le temps de bien voir Tout fait croire cependant que c'était la Sémillante, puisque une demi-heure après le berger des îles a entendu sur ces roches... Mais précisément voici le berger dont je vous parle, monsieur ; il va vous conter la chose lui-même... Bonjour Palombo !... viens te chauffer un peu ; n'aie pas peur.
Un homme encapuchonné, que je voyais rôder depuis un moment autour de notre feu et que j'avais pris pour quelqu'un de l'équipage, car j'ignorais qu'il y eût un berger dans l'île, s'approcha de nous craintivement.
C'était un vieux lépreux, aux trois quarts idiot, atteint de je ne sais quel mal scorbutique qui lui faisait de grosses lèvres lippues, horribles à voir. On lui expliqua à grand-peine de quoi il s'agissait. Alors, soulevant du doigt sa lèvre malade, le vieux nous raconta qu'en effet, le jour en question, vers midi, il entendit de sa cabane un craquement effroyable sur les roches. Comme l'île était toute couverte d'eau, il n'avait pas pu sortir, et ce fut le lendemain seulement qu'en ouvrant sa porte il avait vu le rivage encombré de débris et de cadavres laissés là par la mer. Épouvanté, il s'était enfui en courant vers sa barque, pour aller à Bonifacio chercher du monde.
Fatigué d'en avoir tant dit, le berger s'assit, et le patron reprit la parole :
- Oui, monsieur, c'est ce pauvre vieux qui est venu nous prévenir. Il était presque fou de peur ; et, de l'affaire, sa cervelle en est restée détraquée. Le fait est qu'il y avait de quoi... Figurez-vous six cents cadavres en tas sur le sable, pêle-mêle avec les éclats de bois et les lambeaux de toile...
Pauvre Sémillante !... La mer l'avait broyée du coup...

(...) Ce qu'il y a de plus triste dans cette histoire, le voici...
Trois semaines avant le sinistre, une petite corvette, qui allait en Crimée comme la Sémillante, avait fait naufrage de la même façon, presque au même endroit ; seulement, cette fois-là, nous étions parvenus à sauver l'équipage et vingt soldats du train qui se trouvaient à bord... Ces pauvres tringlots n'étaient pas à leur affaire, vous pensez !
On les emmena à Bonifacio et nous les gardâmes pendant deux jours avec nous, à la marine... Une fois bien secs et remis sur pied, bonsoir ! bonne chance ! ils retournèrent à Toulon, où, quelque temps après, on les embarqua de nouveau pour la Crimée... Devinez sur quel navire !... Sur la Sémillante, monsieur.. Nous les avons retrouvés tous, tous les vingt, couchés parmi les morts, à la place où nous sommes... Je relevai moi-même un joli brigadier à fines moustaches, un blondin de Paris, que j'avais couché à la maison et qui nous avait fait rire tout le temps avec ses histoires... De le voir, là, ça me creva le cœur... Ah ! Santa Madre !...

Traducción:

(...) Un aduanero de la costa me explicó que aquel día, hacia las once y media, habiendo salido de la caseta para cerrar los portillos, el viento se llevo su gorra, y arriesgándose a ser barrido por una ola, la persiguió a lo largo de la orilla a cuatro patas. Entiéndalo! Los aduaneros no son ricos, y una gorra, vale dinero. Entonces, parece, que en algún momento nuestro hombre, al levantar la cabeza, habría visto delante de él, a través de la niebla, un gran navío que navegaba a palo seco empujado por el viento hacia las Islas Lavezzi. Iba tan rápido, tan rápido que a penas lo vió. Todo hace creer que se trataba de la Sémillante, ya que una media hora después el pastor de la isla oyó sobre les rocas...
Mirad, precisamente el pastor del que le habló; él mismo nos lo explicará...
eh! Palombo! ... Ven a calentarte un poco.; no tengas miedo.
Un hombre encapuchado, que hacia un rato que daba vueltas alrededor de nuestro fuego y que pensaba que pertenecía a la nuestra tripulación, ya que ignoraba que alguien pudiera vivir en esta isla, se acerco a nosotros .....
Era un viejo leproso, medio idiota, que sufría algún mal escorbútico que le hinchaba los labios. Le explicamos de qué se trataba. Entonces, levantando con un dedo su labio, explicó que, en efecto, el día en cuestión, hacia mediodía, sintió desde su cabaña un estruendo horrible . Como la isla estaba toda cubierta de agua, no pudo salir hasta el día siguiente; y fue entonces cuando solo abrir la puerta vió la orilla plagada de restos y cadáveres dejados por el mar. Asustado, corrió hacia su bote, y salió hacia Bonifacio en busca de ayuda.
Cansado de haber dicho tanto, el pastor se sentó y el Patrón retomo la palabra:
Sí, señor, fue este pobre pastor quien dió el aviso. Estaba paralizado del miedo; y des de entonces,  ha quedado tocado. No se extrañe... Figúrese seis-cientos cadáveres tendidos sobre la arena, mezclados con restos de madera y jirones de vela...

Pobre Sémillante! ... El mar la había borrado de un golpe...

(...) pero sabe que es lo más triste de toda esta historia...
Tres semanas antes del naufragio, una pequeña corbeta, que iba hacia Crimea como la Sémillante, había naufragado de la misma manera, casi en el mismo lugar; Sólo que esta vez, conseguimos rescatar la tripulación y los veinte soldados que iban a bordo... los pobres estaban muy asustados, hágase cargo!
Los llevamos a Bonifaccio donde estuvieron un par de días entre nosotros... Una vez bien secos y recuperados, hasta la vista! buena suerte! Volvían a Toulon, donde, más tarde, embarcarían de nuevo hacia a Crimea... Adivine en que barco!... en la Sémillante, señor... los encontramos a todos, a los veinte, tendidos entre los muertos, aquí mismo donde ahora nos encontramos... Yo mismo  retiré el cuerpo de un joven brigada con bigote, un rubio de Paris, que había acogido en mi propia casa y que nos había hecho pasar un buen rato con sus historias... Sólo de verle, se me rompió el corazón... Ah ! Santa Madre !...

Nota: El 14 de Febrero de 1855, La Sémillante, una fragata de tres palos de la marina francesa zarpa de Toulon con rumbo a Constantinopla. Va cargada de soldados que han de reforzar las tropas francesas en la guerra de Crimea (franceses, ingleses y turcos contra los rusos. Es la época de Napoleón). Durante la noche un temporal de una inesperada violencia atrapa la fragata, y la lanza inevitablemente hacia el estrecho de Bonifaccio (entre Córcega y Cerdeña), conocido por ser extremadamente ventoso y por un peligroso bajo cerca de las islas Lavezzi. La visibilidad es prácticamente nula. Desde tierra hay testimonios que afirman haber visto poco antes del mediodía, un enorme navío sin gobierno adentrarse en el estrecho…                   
Ni un sólo de los 693 hombres embarcados sobrevivirá al naufragio.

Ahora, durante el verano, cuando con el mar en calma las Lavezzi se llenan de bañistas y veleros fondeados, los dos pequeños cementerios y un discreto monumento en uno de los extremos de la isla nos recuerdan que este paisaje idílico fue escenario de uno de los peores naufragios del mediterráneo.

 

Gabriel García Márquez

Relato de un naúfrago

(...) Nadie volvió a saber nada del náufrago solitario, hasta hace unos pocos meses en que un periodista extraviado lo encontró detrás de un escritorio en una empresa de autobuses. He visto esa foto: ha aumentado de peso y de edad, y se nota que la vida le ha pasado por dentro, pero le ha dejado el aura serena del héroe que tuvo el valor de dinamitar su propia estatua.

Nota: García Márquez, cuando era aún un joven reportero, reconstruyó con la ayuda del protagonista, Luis Alejandro Velasco, el relato compacto y verídico de los diez días que este paso en una balsa a la deriva después de caer por la borda del destructor Caldas en un golpe de mar. Se publicó por entregas al diario El espectador de Bogota y provocó un escándalo político considerable –se revelaba la existencia de contrabando en un buque de la armada colombiana- que desembocó en el exilio del autor y la clausura del diario.

 

C. Nordhoff i J. N. Hall (a la foto, el capità Bligh)

Hombres contra el mar

(...) Todavía puedo oír su voz animándonos en la oscuridad:
-Vamos a seis nudos, muchachos! Dejad que eso os caldee el espíritu, si es que el trabajo con los cubos no lo consigue! Pero no dejéis de achicar!
En una de las treguas entre tormentas, Fryer sugirió que hiciéramos una pequeña oración, pero Bligh contestó:
-No Mr. Fryer. Dios espera algo más que oraciones en un momento como éste.
Recuerdo que en ese mismo descanso Cole dijo:
-Señor,¿Quiere que le releve al timón?
-Siéntese donde está, Mr. Cole –contestó-. ¿Acaso piensa que lo puede hacer mejor que yo?
-Se muy bien que no puedo – replicó Cole-, pero pensaba que usted estaría muy cansado.
Dicho esto, se hizo de nuevo el silencio, pero al cabo de un rato volvimos a oír la voz de Bligh.
-Es usted un buen hombre, Mr Cole, y muy capacitado. Ojala hubiera más como usted en la Marina.
Fue una disculpa muy elegante y un elogio bien merecido. Imagino lo mucho que debió animar a Cole.
La pausa entre tormentas no fue muy larga. Las que siguieron fueron peores y, en medio de ellas, pude contemplar a Bligh en la cima de su carrera.
Se produjo un reflejo cegador, seguido de una detonación que pareció conmover hasta el fondo del mar. En ese momento, una enorme ola levantó la lancha hasta dejarla en posición vertical y ví a Bligh como en un trono, elevado por encima de todos y exaltado más allá de lo físico.
-Achicad, muchachos! –gritó-. Por Dios! Estamos luchando contra el mismísimo océano!

Nota: el Motín del Bounty, Hombres contra el Mar, y la Isla de Pitcairn forman la Trilogía del Bounty. En la segunda entrega, Bligh y 18 hombres más, protagonizan una de las más emocionantes historias de supervivencia en el mar. Después de ser abandonados en un bote de remos por Fletcher Christian y el resto de amotinados, navegan 3600 millas durante siete semanas y, después de superar una infinidad de peligros llegan finalmente a Timor. Pero sus aventuras no acabaran aquí...

 

 

Robert Louis Stevenson

La isla del tesoro

(...)
Me metí en el tonel y descubrí que apenas quedaban manzanas; pero sentado allí en la oscuridad, entre el rumor del mar y el balanceo del barco, me había quedado dormido, o estaba a punto de hacerlo, cuando un hombre corpulento se sentó muy cerca con bastante estrépito. El tonel se movió al apoyar él la espalda y, cuando ya me disponía a salir de un salto, el hombre comenzó a hablar. Era la voz de Silver, y nada más oírle una docena de palabras llegué a la conclusión de que no debía asomarme por nada del mundo, y me quedé allí, temblando, escuchando, muerto de miedo y de curiosidad; pues por aquella docena de palabras comprendí que las vidas de todos los hombres honrados que iban a bordo dependía
n sólo de mí.

 

Eric Tabarly

Memorias de alta mar

(...) Salvé el Pen Duick cuando se pudría en un lodazal porque siempre he sido sensible a su belleza. El paso del tiempo no le ha quitado nada de su nobleza. El hombre necesita cierta pasión para existir; algunos luchan por mantener Venecia a flote, otros pasan sus días restaurando un viejo castillo en ruinas. El Pen Duick es una obra maestra de la arquitectura naval de antaño. No se podía consentir que muriese. Siempre quise que sobreviviera y navegara.
Es por lo tanto la historia de amor entre mi barco y yo, con todas las emociones nacidas de esta larga camaradería, la que voy a contar.
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Nota: La noche del 12 al 13 de junio de 1998, Eric Tabarly desaparecia en el mar de Irlanda al caer de su velero Pen Duick. Se iba el que probablemente ha sido el navegante más influyente del último siglo. A Tabarly, le apasionaban tanto los antiguos cúters de madera como de los más modernos trimaranes. Su carácter inquieto y visionario contribuyó en gran medida a desarrollar los veleros actuales.
Navegante extraordinario, protagonizó grandes gestas con la saga de los Pen Duick, tanto en solitario como con tripulación, pero sobretodo contagió la pasión por el mar a toda una generación de navegantes.

Película muy recomendable sobre su vida con música de Yann Tiersen:

 

 

Joshua Slocum

Navegando en solitario alrededor del mundo

(...) En cuanto a mí, la maravillosa mar me cautivó desde la infancia. A los ocho años ya había navegado por toda la bahía, con otros chiquillos, arrostrando bastantes posibilidades de perecer ahogado. Al llegar a mozo (con 14 años), ocupé el importante puesto de cocinero a bordo de una goleta de pesca. Pero no permanecí mucho tiempo allí. Al presentar mi primer plato, la tripulación se amotinó y me despidieron por indeseable, sin darme nueva oportunidad de mostrar mis cualidades culiarias.

Nota: el 24 de abril de 1895, Slocum zarpa de Boston para empezar un viaje que lo llevará de vuelta 3 años, 2 meses y 2 dias más tarde, convirtiéndose en el primer navegante en realizar la vuelta al mundo en solitario a bordo de un velero. El relato de su circumnavegación a bordo del Spray, una balandra de madera de 37 pies, ha inspirado y sigue inspirando a numerosos navegantes.


John Claus Voss

Los viajes del capitán Voss

(...) La escotilla estaba abierta y yo me zambullí por ella. No bien entré, ésta se cerró y el barco escoró. Estaba seguro de que se volvería a tumbar y, con toda el agua que había dentro, pensé que era el final. Sin embargo para gran sorpresa mía, se fue adrizando hasta alcanzar un ángulo de cuarenta y cinco grados que dejó la escotilla fuera del agua y permitió que mis compañeros la abrieran un poco. Jamás olvidaré el espectáculo que se presentó ante mis ojos. Además de tener una buena opinión sobre mi habilidad marinera, también había creído que lo sabía todo acerca de la estiba de comestibles y pertrechos en prevención del mal tiempo. Allí recibí una gran desilusión y, en consecuencia, llegué a la conclusión de que con aquel tifón seguía acumulando experiencia en todos los sentidos.

(...) La llamada del mar es difícil de resistir. Las olas azules y las brisas sibilantes tienen un encanto infinito para quien haya pasado la vida en su compañía. Y aunque demanden mucho esfuerzo y den poco rédito, eso no cambia nada. Como ya he dicho, estoy avanzado en años pero aún me siento con la fortaleza y la confianza como para aventurarme en otro crucero. Tengo ansias de visitar viejos lugares y de volver a estrechar la mano de antiguos amigos. Si la fortuna me favorece y puedo llevar a cabo ese deseo, estaré listo para concluir la vida como viajero del mar. Y a todos aquellos para quienes el océano no es un desierto estéril, sino fuente de vida y de alegría total, les deseo de todo corazón mucha suerte y buenos vientos.

Nota: Voss, contemporáneo de Slocum, va navegar más de 40.000 millas con el Tilikum, una canoa india de 38 pies de eslora. Fue pionero en la navegación oceánica en pequeñas esloras. El relato de sus aventuras es un libro imprescindible...



Henry de Monfreid

La travesía del hachís

(...) El mar canta bajo la roda cortando las olas que corren delante de él.
Pero nada dura para siempre, sobre todo para el marino que se atreve a alegrarse del tiempo favorable.
Desde hace un instante el navío cabecea pesadamente, entre brotes de espuma, sobre un gran oleaje del sur, precursor del mal tiempo que viene hacia nosotros.
Después, la brisa del norte amaina, las ráfagas son cada vez más débiles... va muriendo, muere. Entonces, en la calma, pasa la marejada silenciosa del sur. El viento que la ha formado no va a tardar en aparecer, algunos soplos ya llegan y la vela empieza a flamear. Es preciso cazar la escota a fondo para no alejarnos excesivamente de nuestra ruta y casi enseguida el viento del sudeste se presenta con toda la violencia que nos dejaba prever la marejada anunciadora. Enseguida hago cambiar nuestra vela mayor por una más pequeña.
Habría vendido mi alma al diablo en mi viaje de ida para conseguir cuarenta y ocho horas de este viento, pero se mantuvo invariablemente norte y ahora que me sería favorable, sopla del lado opuesto!

 

Carl Sagan (y Eratóstenes)

Cosmos

El descubrimiento de que la Tierra es un mundo pequeño se llevó a cabo como tantos otros importantes descubrimientos humanos en el antiguo Oriente próximo, en una época que algunos humanos llaman siglo tercero a. de C., en la mayor metrópolis de aquel tiempo, la ciudad egipcia de Alejandría. Vivía allí un hombre llamado Eratóstenes. Uno de sus envidiosos contemporáneos le apodó Beta, la segunda letra del alfabeto griego, porque según decía, Eratóstenes era en todo el segundo mejor. Fue astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, poeta, crítico teatral y matemático.
Fue también director de la gran Biblioteca de Alejandría, donde un dia, curioseando uno de sus libros, leyó que en un puesto avanzado de la frontera meridional, en Siena, cerca de la primera catarata del Nilo, en el mediodía del 21 de junio un palo vertical no proyectaba sombra. En el solsticio de verano, el día más largo del año, a medida que avanzaban las horas y se acercaba el mediodía las sombras de las columnas del templo iban acortándose. En el mediodía habían desaparecido. En aquel momento podía verse el Sol reflejado en el agua en el fondo de un pozo hondo. El Sol estaba directamente encima de las cabezas.
Era una observación que otros podrían haber ignorado con facilidad. Palos, sombras, reflejos en pozos, la posición del Sol: ¿qué importancia podían tener cosas tan sencillas y cotidianas? Pero Eratóstenes era un científico; Hizo un experimento: observar realmente si en Alejandría los palos verticales proyectaban sombras hacia el mediodía del 21 de junio. Y descubrió que sí lo hacían. Se preguntó entonces a qué se debía que en el mismo instante un bastón no proyectara en Siena ninguna sombra mientras que en Alejandría, a gran distancia hacia el norte, proyectaba una sombra pronunciada.
Imaginemos un mapa del antiguo Egipto con dos palos verticales de igual longitud, uno clavado en Alejandría y el otro en Siena. Supongamos que en un momento dado ninguno de los palos proyecta sombra alguna. El hecho se explica de modo muy fácil: basta suponer que la tierra es plana. El Sol se encontrará entonces encima mismo de nuestras cabezas. Si los dos palos proyectan sombras de longitud igual, la cosa también se explica en una Tierra plana: los rayos del Sol tienen la misma inclinación y forman el mismo ángulo con los dos palos. Pero ¿cómo explicarse que en Siena no había sombra y en el mismo momento en Alejandría la sombra era considerable?
Eratóstenes comprendió que la única respuesta posible era que la superficie de la Tierra fuese curva. El Sol está tan lejos que sus rayos son paralelos cuando llegan a la Tierra. Los palos situados formando ángulos diferentes con respecto a los rayos del Sol proyectan sombras de longitudes diferentes. La diferencia observada en las longitudes de las sombras hacía necesario que la distancia entre Alejandría y Siena fuera de unos siete grados de arco a lo largo de la superficie de la Tierra; es decir que si imaginamos los palos prolongados hasta llegar al centro de la Tierra, formarán allí un ángulo de siete grados. Siete grados es aproximadamente una cincuentava parte de los trescientos sesenta grados que contiene la circunferencia entera de la Tierra.
Eratóstenes sabía que la distancia entre Alejandría y Siena era de unos 800 kilómetros, porque contrató a un hombre para que lo midiera a pasos. Ochocientos kilómetros por 50 dan 40 000 kilómetros: ésta debía ser pues la circunferencia de la Tierra. Y esta es la respuesta correcta. Las únicas herramientas de Eratóstenes fueron palos, ojos, pies y cabeza, y además el gusto por la experimentación. Con estos elementos dedujo la circunferencia de la Tierra con un error de sólo unas partes por ciento, lo que constituye un logro notable hace 2 200 años. El mundo mediterráneo de aquella época tenia fama por sus navegaciones. Alejandría era el mayor puerto de mar del planeta. Sabiendo ya que la Tierra era una esfera de dimensiones modestas, ¿no iba a sentir nadie la tentación de emprender viajes de exploración, de buscar tierras todavía sin descubrir, quizás incluso de intentar circunnavegar el planeta?

 

Anthony Quinn, Ann Blyth i Gregory Peck

La escena de la persecución entre la Peregrina y la Santa Isabel es seguramente la mejor escena del cine de aventuras marítimas que se haya rodado jamás. Gregory peck y Anthony Quinn interpretan de manera magistral los dos capitanes: el hombre de Boston y el Portugués.
Dirigida por Raoul Walsh en 1952, El Mundo en sus manos esta basada en la novela homónima de Rex Beach y se enmarca temporalmente en la época en que Alaska aún pertenecia a los rusos; Esta considerada como una de las mejores películas de aventuras de la historia del cine.